En el texto, Walsh reconoce que hay "desánimo" en Montoneros, que cometieron muchos errores y que en ese momento ya no eran alternativa de poder. La obsesión de Walsh es que Montoneros no se aleje del peronismo. Para él, Montoneros debe ser la vanguardia del movimiento peronista pero resulta suicida desvincular a Montoneros del peronismo. Walsh creÃa que Montoneros debÃa competir por la conducción del peronismo para conseguir una base popular de contención y de cobertura intentando repetir los acontecimientos que habÃan dado origen a Montoneros durante el gobierno militar anterior al ‘Proceso de Reorganización Nacional’.
Walsh repudia la energÃa derrochada en crear un Movimiento Montonero cuando existe un Movimiento Peronista, y la bibliografÃa que parece que proliferaba en Montoneros acerca de la conveniencia de aplicar las teorÃas del Vietcong o del maoÃsmo sobre guerra popular, experiencia que, en parte, habÃa iniciado el Ejército Revolucionario del Pueblo en el monte de Tucumán. Walsh considera imprescindible adaptarse a la realidad argentina y no generar condiciones para que todo sea distinto y asà aplicar las fórmulas clásicas de otros paÃses.
Walsh descubre soberbia en la conducción montonera y una incomprensible subestimación de la capacidad de exterminio de las fuerzas armadas y de seguridad.
Para él no es verdad que el gobierno militar se encuentre aislado. HabÃa una tesis en Montoneros de que habÃa fracaso la apertura del ‘Proceso’ hacia los polÃticos. Walsh la rechaza. Él brinda ejemplos de cómo el gobierno de Jorge Rafael Videla consigue diálogos exitosos con radicales, comunistas, clérigos, gremialistas peronistas. Es una visión muy diferente a la ‘historia oficial’ de Estela de Carlotto o Hebe de Bonafini o los otros lÃderes de la izquierda paragubernamental.
Walsh llega a enunciar la posibilidad de la subordinación de la estructura militar a la polÃtica. Para él, los militares alcanzan un gran éxito cuando consiguen que Montoneros conciba al conflicto como una acción armada cuando él afirma que hay que ir en busca de las masas, y es ahà donde hay que dar la batalla. Esto resulta en una concepción totalmente diferente de la cadena de acontecimientos y de la metodologÃa de la acción.
Montoneros apostó a favor del golpe de Estado y a la lucha armada. Walsh pide una autocrÃtica al respecto. Porque en 1974, cuando murió Juan Perón, "querÃamos el golpe para evitar la fractura del pueblo", y en 1975 sostuvieron "que las armas principales del enfrentamiento serian las militares". Pero Montoneros no estaba preparado para ese escenario que eligió.