Especialistas del Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic), dependiente del Conicet, evalúan la contaminación de las lagunas y arroyos de Ushuaia a través de microorganismos acuáticos. Según la presencia y abundancia que haya de determinadas especies, será el estado y calidad del cuerpo de agua. Frente a los estudios tradicionales de medición que son más costosos y requieren de mayor cantidad de tiempo, desde el Centro optan por una alternativa más sencilla y más económica. “Tomamos muestras de agua y de sedimentos de lagunas y arroyos para luego evaluar parámetros físicos, químicos y microbiológicos que indican su calidad. También estudiamos la composición de algunas comunidades, como zooplancton, fitoplancton y macro invertebrados”, cuenta Soledad Diodato, integrante del Laboratorio de Limnología del CADIC, a la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
Según detalla la investigadora, la presencia de determinadas especies de estos animales microscópicos dan cuenta del estado del agua puesto que “algunos están adaptados a vivir en aguas transparentes con baja cantidad de nutrientes o con poca cantidad de materia orgánica, y otras proliferan mucho mejor en ambientes más degradados con mayor carga orgánica”. Asimismo, el número de ciertas especies es mayor sólo si hay niveles de nutrientes o contaminantes particulares.
Además, hay determinados animales que ya han sido estudiados y son estándares en los estudios de Ecología y Ecotoxicología a nivel mundial. Por lo tanto, al conocer su presencia, comportamiento y respuestas al ambiente en el que viven, se puede distinguir la calidad del agua y hacer comparaciones entre lagunas. Por ejemplo, Daphnia magna es un zooplancton estándar internacional y suele ser utilizado en este tipo de estudios. Los científicos y científicas saben cómo responde ante ciertas condiciones, si crece más o menos, si produce más cantidad de crías, a qué edad lo hace y si tiene algún efecto metabólico o deficiencia.
“A partir de esta especie, podemos comparar la calidad de agua de las distintas lagunas de Ushuaia. Otra parte de mi trabajo está centrada en buscar cuáles son las especies nativas que crecen principalmente en estos ambientes fríos y que son indicadores del estado ambiental”, añade Diodato.
CUIDAR LA SALUD DE LA POBLACIÓN
La forma más tradicional para evaluar la calidad del agua es tomar muestras de agua y de sedimento y medir determinados parámetros, como la cantidad de nutrientes, nitrógeno y fósforo, la materia orgánica, la demanda bioquímica de oxígeno, el pH de la concentración de oxígeno disuelto o la turbidez.
“Estos exámenes llevan sus tiempos y costos. Esto se ve, por ejemplo, cuando se necesita buscar cosas más específicas, como los distintos metales pesados, hidrocarburos o algunos compuestos emergentes, como antibióticos y otras sustancias farmacéuticas. Los costos de este tipo de exámenes son carísimos”, explica la científica ante la Agencia.
Y enfatiza: “La metodología que nosotros proponemos y que ya se utiliza es más barata porque depende de la presencia de las especies. La búsqueda por reducir costos es principalmente por la situación económica que vive el país y el freno que hay para aportar económicamente a las instituciones de Ciencia y Tecnología”.
Evaluar el estado y la calidad de las lagunas y arroyos es igual de importante para los residentes de la ciudad del fin del mundo como para sus turistas puesto que son espacios de esparcimiento, paseos y de interacción constante. “Es un recurso hídrico que no se usa como agua potable particularmente dentro de la ciudad, pero sí en los tramos más arriba de las montañas, algunos de hecho son reservas naturales. Entonces, conocer y cuidar su estado es parte de la salud de la población”, afirma Diodato.
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