Arturo Frondizi conversa con el secretario de Marina, contralmirante Gastón Clement, a bordo del BahÃa Aguirre. Foto de marzo de 1961.
La Conferencia Antártica se inauguró en Washington D. C., Estados Unidos el 15 de octubre de 1959, en una atmósfera de incertidumbre, concurriendo en ella representantes de doce estados, de los cuales siete reclamaban su soberanÃa sobre alguna fracción del continente antártico, entre los cuales estaban: Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelanda y Reino Unido.
Cuarenta y cinco dÃas después se firmó el Tratado Antártico.
Los derechos territoriales reclamados por Argentina, Chile y Reino Unido se superponÃan de manera considerable. Mientras, otros cinco paÃses (Bélgica, Estados Unidos, Japón, Sudáfrica y Unión Soviética) habÃan realizado exploraciones en la región sin haber presentado reclamaciones territoriales. ExistÃan aspectos de la futura reglamentación para la Antártida que tenÃan el consenso general de las naciones, como por ejemplo la pacificación del continente, que tenÃa que quedar excluido de toda actividad de Ãndole bélica, como también la garantÃa de investigación cientÃfica para cualquier paÃs que lo deseara. El problema más complejo fue la consideración de los reclamos de soberanÃa.
La posición de la Argentina consistÃa en establecer el uso pacÃfico de la Antártida y la cooperación cientÃfica dentro de los lÃmites convenidos, y que la Conferencia no modificara en lo más mÃnimo los derechos de las partes. Respecto de la utilización del territorio, el Gobierno argentino sostenÃa la necesidad de poner lÃmites a la libertad absoluta, con el propósito de preservar los intereses ecológicos, y prohibir las pruebas nucleares y el depósito de residuos radiactivos. La última proposición tomó por sorpresa a la delegación estadounidense como a la soviética, y la insistencia argentina en la misma estuvo cerca de provocar una crisis en la reunión, no solo a nivel internacional, sino también dentro del gobierno de Arturo Frondizi.
El tratado fue firmado finalmente el 1 de diciembre de 1959, y se mantuvo de acuerdo con las exigencias por parte de Argentina en el sentido que se tenÃan que proscribir las actividades de naturaleza militar. El Tratado Antártico entró en vigencia el 23 de junio de 1961. El pacto tuvo cierto éxito puesto que la zona se mantuvo libre de conflictos. El consejo también logró internacionalizar y desmilitarizar el continente antártico, en el que se prohibieron realizar pruebas nucleares y almacenar residuos radiactivos. Durante la Guerra FrÃa estas actividades se desarrollaban con gran intensidad por las potencias beligerantes. Se aseguró que la región sea utilizada con fines pacÃficos, incluyendo principalmente la exploración conjunta e investigaciones cientÃficas. Los paÃses signatarios obtuvieron libre acceso a toda la región con derechos recÃprocos a inspeccionar sus instalaciones.
En la Isla Decepción, el presidente Arturo Frondizi brinda un discurso que es transmitido por radio.
En su discurso del 1 de mayo de 1960, Frondizi le dedicó un párrafo a la Conferencia sobre la Antártida, afirmando que la Argentina habÃa podido incluir en el tratado su oposición a la internacionalización de la zona. Los principios de libertad y cooperación cientÃfica también habÃan sido incluidos en el tratado.
Luego de la firma del tratado, Frondizi visitó la Antártida. El 6 de marzo de 1961 embarcó, junto a su comitiva, en el BahÃa Aguirre para ir hasta la base de Decepción (Isla Decepción). La travesÃa de ida fue algo incómoda, ya que tuvieron que soportar fuertes temporales en el cruce del paso Drake.
El 8 de marzo por la tarde fondeó en la BahÃa 1º de Mayo, y conjuntamente con el rompehielos General San MartÃn se rindieron los primeros homenajes a las autoridades que desembarcaban, siendo trasladadas en helicópteros y lanchas al destacamento donde se repitieron los honores. El vicario castrense Donamin realizó una misa, y desde allà Frondizi brindó un discurso al paÃs y saludó a los miembros de la Armada Nacional, a los investigadores, a los cientÃficos y a los técnicos.
Vuestro desinteresado sacrificio y el de los compatriotas que os precedieron han hecho posible, a lo largo de dos generaciones, afirmar de modo real y efectivo que la Antártida Argentina es para siempre parte inseparable del territorio nacional. Desde hace medio siglo, de todas las latitudes han llegado a la Antártida hombres de varias naciones para arrancar —en dura lucha con el medio— sus secretos a una naturaleza hostil, y para ello deben realizar un esfuerzo que reviste carácter de hazaña... a base de energÃa, voluntad y vigoroso esfuerzo espiritual y fÃsico.